Poemas cruzados sobre la ciudad
Por CAMILLE POUZOL Y AMANDA PÉREZ
I
Éramos jóvenes,
muy jóvenes.
Estábamos vivos,
Vivísimos.
Buscábamos oro
en la tierra
que se pintaba amarilla,
bien ocre,
como las semanas de cine belga
que en sus entrañas es negra,
muy negra.
Igual a la tierra en que buscábamos vida
¿Qué vida?
La vida de los jóvenes
¿Qué jóvenes?
Los jóvenes que al inicio
agradecieron a Dios
mientras entraban en los huecos
saltando como conejos.
II
Desaparece mi nuca
tras los encantos malditos
Ivanne
Nacer, crecer, vivir
Y morir.
Hablar, amar, oír
Y sentir.
Al pisar las vías sin salidas
sólo queda esperar no sufrir.
Morí en Julio, solo y temprano
sin ganas de sufrir viviendo.
Resacas diurnas y salvadoras
para seguir muriendo vivo.
Pero me esperabas para crecer
frente a ti no podía más perder.
Hija mía, sol aliviante
de mi derrumbe me rescataste.
Llanto del viento
Llego un día de primavera
sopla el llanto del viento helado.
Estoy de tránsito
llegué con demora.
de una ciudad presa.
Desaparecen mis labios
curtidos por la brisa
y aparecen entonces
los pozos fantasmas
que alimentan a las fieras.
Las fieras que en las islas
Dejan de ser
Esclavas del demonio.
III
El aire embriagador.
Las ruinas hirvientes.
Las huellas al pie de la frontera invisible.
Tu rostro y el aire.
Tus pies y las ruinas.
Tu amor y los límites.
Las huellas y yo.
IV
La Habana es un vicio.
Mi vicio.
La Habana es la muerte.
Mi muerte.
La Habana es el fin.
El nuestro.
Amanda R. Pérez Morales Habana
Hace tres años, por primera vez llegué
y bajo tu tumultuoso cielo me acogiste.
Llegué como en tiempos antiguos
La mente
Llena de esperanzas y prejuicios fabulosos.
Tú, ciudad del vicio, como te llaman acá, me conquistaste.
Fui yo quien vaciló primero, yo del conquistador descendiente.
Al pisar tus calles, de nuevo sentí ese latido tan fuerte
por segunda vez, vine a encontrarte, por fin a seducirte.
Me hice habanero con el andar
mi vida errante se clavó en tu mar.
Ya no eres, Tú, un ayer sin futuro
pa’ siempre yo con acento cubano.
Amante
Ir y venir entre tus calles.
Sentir tus curvas y tu cintura
agarrar mi piel y mi alma.
Sufrir tus días calientes.
Percibir un extraño goteo
para amar tus noches febriles.
Sin voz ni aliento
quedarme.
Amanecer con el fantasma
que contigo comparto
HABANA
dulce ciudad, mi amante.
Camille Pouzol