Ángel Gaztelu y su poesÍa


Por Hno. Jesús Bayo M. fms

El poeta y su obra

Ángel Gaztelu Gorriti nació en Puente de la Reina (Navarra, España) el 19 de abril de 1914. Murió en Miami, EEUU, el año 2003. En su pueblo natal cursó los primeros estudios hasta los 13 años, pero su familia se trasladó a La Habana en mayo de 1927. Desde entonces, Cuba se convirtió en su patria adoptiva. Ingresó al Seminario Conciliar San Carlos y San Ambrosio donde prosiguió los estudios eclesiásticos. Fue ordenado sacerdote en 1938 y ejerció su ministerio en la arquidiócesis de La Habana. Fue profesor en el seminario, ejerció de Cura Párroco en Bauta y en la parroquia del Espíritu Santo (Habana Vieja). Se relacionó con el mundo cultural de su tiempo y formó parte del Grupo Orígenes1. Colaboró en las revistas Espuelas de Plata y Orígenes.
Podemos decir que Gaztelu es poeta solamente de una obra. Publicó el excelente poemario Gradual de Laudes, editado en La Habana el 15 de agosto de 1955. De esta obra transcribimos y comentamos aquí Trébol mariano, tres sonetos inspirados en la Virgen María2.
El prólogo al Gradual de Laudes fue escrito por José Lezama Lima, y la obra contiene diversos dibujos y viñetas de René Portocarrero. Sobre esta importante figura de nuestra cultura cubana, el historiador Eusebio Leal Spengler ha dicho: Su nombre es una clave para la interpretación del movimiento intelectual en la Isla durante el siglo XX; la vitalidad y entereza del poeta irradian luz como una auténtica estrella en la constelación del “grupo Orígenes”, asistida por la memoria y la obra que en su día cobraron vida palpable en José Lezama Lima y Mariano Rodríguez.

Poemas marianos

Los poemas marianos que aparecen en Gradual de Laudes (ediciones Orígenes, La Habana, 1955, pp. 109-111) se limitan a tres sonetos que aparecen en la sección dedicada a “poemas sacros”. El conjunto de los tres sonetos es denominado por el autor “Trébol mariano” y sus títulos son: A la Virgen, Al rostro del Magníficat de Botticelli, De cómo el silencio fue sonoro la noche del Nacimiento. Esta obra poética de Gaztelu (la única editada) fue publicada en La Habana el 15 de agosto (fiesta de la Asunción), lo cual refleja la sensibilidad mariana de su autor. También se refleja en la capilla que mandó construir bajo la advocación de la Virgen de la Caridad del Cobre en Playa Baracoa (La Habana) y en la recopilación de obras pictóricas que coleccionó, entre las que hay varios motivos marianos.
En Gradual de laudes existe otra parte compuesta por sonetos donde aparece también un “trébol clásico” cuyos sonetos están dedicados a Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. Por lo tanto, en la sección de los sonetos habrían cabido los tres poemas que Gaztelu dedica a María, pero él prefirió ponerlos por separado como “trébol mariano”.
A mi modo de ver, entre todos los poemas de Gaztelu, los sonetos tienen un valor especial, no sólo por ser signo de su aprecio por lo clásico que refleja esta forma de composición poética, sino porque emplea los sonetos para marcar centros de interés o inspiración poética muy propios del autor. En particular, emplea el soneto para expresar su relación con la naturaleza (basta ver los títulos de los sonetos), su relación con la poesía clásica española (trébol clásico) y su relación con el mundo religioso y transcendente (poemas sacros) que da sentido a su vida y vocación de presbítero. Entre los poemas sacros, aparecen los tres dedicados a María (trébol mariano) que analizaré someramente a continuación.

A la virgen

“La Virgen” es título referido a María en lengua española. Hay otros nombres genéricos en lenguas romances: Madonna, Notre Dame, Theotokos, Nuestra Señora, la Madre, la Virgen María. ..En este poema parece que la creación entera canta y ensalza a María como la criatura más bella y digna. La obra nos evoca textos bíblicos de la creación y del protoevangelio (Gn 3,15), así como de la nueva creación y el anuncio del ángel a María (Lc 1,26). Parece que tenemos de trasfondo las imágenes de la Purísima, de la Inmaculada Concepción, de la Llena de gracia (la Santísima Virgen). El poema evoca las pinturas de Murillo, ibera, Fray Angélico, el Greco.
Harpada de rocíos la alborada, granizando las flores descendía:
la azucena su nieve suspiraba,
quebrándose en perfume y melodía.

Surtidor de la gracia te soñaba
Y en espiga de luz te sonreía
Se vio tan pura el agua, que cantaba
Y tu nombre en sus halos desleía.

Olvidando la tierra por tu huella
su gravedad y sombra sin consuelo,
sintió de nuevo renacer la estrella;

y rompiendo de la tiniebla el velo,
a través de tu puerta franca y bella,
se vio provincia y estación del cielo.

1. Heroico. Alusión al rocío matinal que araña, raspa y rasga (harpar=arpar) la alborada. María abierta de par en par recibe el Espíritu Santo como un divino rocío. María (la alborada, la azucena, la estrella mañanera), la Aurora que anuncia el Sol (Jesús) y se quiebra en perfume y melodía.
2. Melódico. Granizando flores es una paradoja porque la flor cae suavemente y el granizo golpea.
3. Melódico. Metáforas: Azucena-María, nieve-Espíritu (María suspirando y aspirando a Dios).
4. Heroico. Quebrarse y derramarse como un pomo de perfume y una cascada de melodía.
5. Melódico. Surtidor: fuente de gracia que remite al sueño que Dios tiene de la humanidad. María es el sueño más genuino de Dios para la humanidad y la belleza de la creación queda personalizada en ella. La gracia (Dios, el Espíritu) sueña con María.
6. Melódico. Espiga de luz le sonreía (personaliza).
7. Sáfico. El agua pura que cantaba (personaliza).
8. Melódico. La creación y la gracia tienen nombre propio aunque no se pronuncie aquí y quede desleído en los rayos del surtidor: ese nombre es María.
9. Melódico. La tierra olvida (en gerundio) su peso y gravedad por las huellas de María, como mujer de nuestra raza.
10. Sáfico. La fuerza de la gravedad, la sombra, el dolor sin consuelo… son aliviados.
11. Sáfico. La tierra siente renacer la estrella (de luz divina), el ideal, la redención y la luz… por María.
12. Sáfico. Se rompe (en gerundio) el velo de las tinieblas por la alborada (de la Virgen).
13. Melódico. María como puerta franca y bella.
14. Sáfico. Que permite el acceso a la Patria final, a la provincia y estación del cielo.

Al rostro del Magnificat de Botticelli

El título nos remite a un texto bíblico (Lc 1,46-54) y a un pintor florentino del renacimiento italiano: Sandro Botticelli (1443-1510). Pero el poema está dedicado “al rostro”, es decir, a la persona (María). El texto evangélico de la Visitación y del Cántico de María (Magnificat) y la pintura de Botticelli, al servicio del amor y devoción mariana de Gaztelu. Este poema es parte del “trébol mariano” y algunas imágenes referidas a María son las mismas que en el soneto anterior.

Tu frente de alumbrarnos nunca cesa,
absorta el alba en tu candor reposa:
nieve y espejo la azucena ilesa
copia tu hechizo y agua melodiosa.

Como la luz que en el trigal se espesa
granándose en la espiga rumorosa:
como el alba del día y su promesa
mansamente doblándose en la rosa.

Vuelcas la plenitud de tu rocío
alaire de tu clara primavera.
Gracias por el celeste señorío
de tu rostro invadiendo la ribera
de nuestra sombra, como el áureo río
de la luz invadiendo la vidriera.

Tu frente nos ilumina: la frente alude a la fe de María, pues ella concibió primero en su mente que en su seno (Prius in mentis cuis in ventris). El alba queda absorta y se reposa en su candor. La nieve, la azucena, el agua melodiosa… son imágenes que ya empleó el autor en el soneto “A la Virgen”.
Las imágenes del segundo cuarteto (luz del trigal, espiga, alba) también nos remiten al primer poema del trébol. La promesa que se cumple mansamente y se doblega (gerundio) en la rosa (María).
La plenitud de gracia (el rocío). El aire y el soplo del Espíritu en primavera divina. El celeste señorío, la voluntad divina, a la que responde María.
En el último terceto hay ecos de nuestro mundo en donde brilla el rostro de María. Ella invadió la ribera de nuestra sombra, pero el río de oro luminoso se hace luz e invade el vitral o alma purade María.
Ángel Gaztelu y su poesía De cómo el silencio fue sonoro la noche del nacimiento
Este largo título alude a la imagen silenciosa del pesebre de Belén: silencio sonoro en la noche de Navidad. Ecos de un texto bíblico (Lc 2,1-20) en ambiente pastoril y bucólico, con reminiscencias de los pintores del Renacimiento italiano y de los poetas clásicos españoles y latinos: Garcilaso y Virgilio.

Era el silencio por la noche plena
al filo del feliz alumbramiento,
comorabel que de afinado suena
al menor y sutil tacto del viento.

Velaba su rocío la Azucena
pesando en su cogollo el firmamento;
y a su peso la nieve, ya serena,
doblaba su candor y cielo atento.

Destellando extremadamente bella,
asombrando la esfera en manso vuelo
caía al suelo la mejor estrella.

Resuelto en leguas de alta plata el hielo,
erarabel de amor por la Doncella,
que adormecía en su regazo el cielo.

El parto acontece en medio de la noche sumida en el silencio, pero lleno de musicalidad pastoril, la propia del rabel (instrumento musical parecido al laúd, de tres cuerdas que se toca con arco, y es el violín de los pastores), que es tañido aquí por el tacto del viento sutil; es decir, la naturaleza, el espíritu, los ángeles…
De nuevo las imágenes se repiten: rocío (Espíritu, Jesús), Azucena (María) de cuyo cogollo (seno) pende el firmamento, pues Dios que no cabía en el orbe entero pudo caber en el seno de María. Allí se doblaba candorosamente el cielo, ante el Señor de todo el universo.
Los gerundios (destellar, asombrar) prolongan la acción y el misterio (exceso de luz). La mejor y más hermosa estrella, con destellos de luz, cae sobre la tierra en manso vuelo. (La estrella es María).
La nieve y el hielo (la oscuridad del mundo y el frío del pecado) se transforman en calor afectivo (amor), en música de fiesta al tañer el rabel amoroso de la Doncella (divina Pastora) que adormece al cielo en su regazo. (La doncella: Virgen y Madre, María)

Notas y Referencias.-
3Jorge Luis Arcos: Orígenes: La pobreza irradiante, La Habana 1994. (Al “Grupo Orígenes” pertenecen varios poetas y artistas de la misma época: José Lezama, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Fina García-Marruz, Virgilio Piñera, Octavio Smith, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu, René Portocarrero, Arístides Fernández, etc.).
2A. Gaztelu (prólogo de José Lezama Lima), Gradual de laudes, La Habana 1955, 109-111.